A los/las profesores/as se nos olvida con frecuencia (a mí el primero) que nuestros/as alumnos/as son increíbles.
De vez en cuando, sólo con mantener «la boca cerrada» (siguiendo el inspirador libro de Don Finkel), van y te dan sorpresas como las que me he llevado yo esta semana, en la que mis alumnos/as han expuesto unos trabajos sobre cómo un/a trabajador/a social puede evaluar la capacidad de prestar apoyo de una red social personal. He quedado impresionado por su trabajo serio, su dedicación incansable, su alta motivación y su desbordante creatividad. Todos los grupos, cada cual en su estilo (desde presentaciones prezi hasta role-playing in situ), me han demostrado (y se han demostrado a sí mismos) que la actividad docente puede convertirse en una experiencia «única» de aprendizaje y que ésta, incluso, puede (¿debe?) traspasar las paredes del aula. Aquí tenéis un excelente ejemplo: Juego en red.
Sin duda, experiencias como las vividas esta semana son algunas de las cosas que me hacen amar la docencia.
Enhorabuena a los alumnos a y tí como su profesor.
Sólo «amando la docencia», es posible facilitar un aprendizaje nuevo, distinto, fresco, que no sólo trata de enseñar, sino que va más allá, te motiva, te ilusiona y te empuja… Te educa en valores, y eso es de lo que se trata.
¡Muchas gracias por la difusión del trabajo, y como refleja el otro comentario a esta entrada, enhorabuena!
Pd.: Un blog estupendo, me suscribo 😉
Gracias a ti por reconocer el trabajo de tus alumnos!
¡Muchas gracias a vosotros, Olga, Edu y Miriam por estos comentarios que me animan a seguir en la línea que vosotros mismos vais marcando!