Dice Fernando Fantova (fantova.net), investigador y consultor de Servicios Sociales, que la pandemia global “está suponiendo una prueba de estrés para todos los mecanismos y dispositivos de nuestras sociedades”. También señala, con la clarividencia a la que nos tiene acostumbrados a sus seguidores, que esta crisis está produciendo un importante “daño reputacional” al sistema de atención residencial (por el elevado número de personas que están muriendo en estos centros). Ante esta circunstancia no se ha hecho esperar (por lo que estamos escuchando en ciertas declaraciones de políticos, en noticias “teledirigidas” en los medios de comunicación, en pronunciamientos de una determinada tendencia de la corporación geriátrica y en webinars de poderosos lobbies asistenciales) un movimiento de fuerzas que, bajo el presupuesto loable y necesario de revisar el modelo de atención a nuestros mayores, presenta el discurso de la medicalización de las residencias, de la configuración de éstas como mini hospitales (de cuarta división, eso sí), como única e irremediable vía a transitar.
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